sábado, 8 de marzo de 2008

Llamaré a mi hijo Oscar

Con 7 años los sábados comenzaban muy temprano. Al llegar al cuarto de la tele, y como era costumbre, abrí la ventana y me bajé los pantalones para disfrutar de una reconfortante y fresca meada sobre el césped, que resignado, respondía con un vaporcillo blanco producido por el contraste de temperatura: pis caliente y césped cubierto por el sereno.

El zapping de dos cadenas dejó pocas alternativas y ninguna satisfactoria para un niño que buscaba algo especial para comenzar el fin de semana. La noche anterior mientras mis padres disfrutaban de una cena fuera de casa, mi hermana me amenazaba para que no tocara el vídeo que grababa una película programada por mi padre, que nunca mostraba tanto interés por el cine.
Fue esta percepción lo que me animó a darle al play y dejar que ese VHS amenizara la mañana. Nombres extranjeros que no americanos y musica militar en el comienzo del film, después, una voz de doblaje poco habitual anunciaba: "El Tambor de Hojalata" (basada en el libro de Gunter Grass).
Fetos reflexionando, niños haciendo sopa de sapos, matrimonios de tres, muerte por excesiva ingesta de pescados casi vivos, saliva y gran cantidad de sexo y Oscar que decide no crecer mientras aporrea un bonito tambor de hojalata...La historia está plagada de escenas no aptas para un niño. Vi cosas muy raras, cosas que no entendí, muchas cosas que me gustaron. Con esa edad si algo aburre se deja, yo me tragué las dos horas de principio a fin.

Al acabar de verla supe que no había hecho lo correcto. Esa película pertenecía al grupo de cosas que mi madre encasillaba en el: "eres demasiado pequeño para verlo". Decidí no contar mi experiencia, y al interiorizarlo la memoria grabó la película en el cerebro, utilizando todo ese material para ilustrar gran parte de mis pensamientos, desde ese momento hasta hoy día.

Hoy sábado por la mañana he vuelto a verla, con más edad, sin poder mear por la ventana por la morfología de mi hogar actual, y la película me ha impresionado. Aunque sea la misma conservo dos versiones, una la de los 7 años y otra la de hoy. No sabría decir cual me gusta más, pero quiero que esta peli siga formando parte de mi vida, así que a mi hijo le pondré Oscar, y a los tres años le compraré un tambor de hojalata.

mañana son las elecciones espero que gane ninguno.

1 comentario:

Ana J. dijo...

¿Estás seguro?
Sí que impresiona, y mucho, pero comprarle el tambor... piénsatelo, que estamos en la era wifi.
Y cambia de casa: esa meada matutina no deberías perderla.